Tanausú. Rey de los guanches by Harald Braem

Tanausú. Rey de los guanches by Harald Braem

autor:Harald Braem
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Histórico
publicado: 2005-08-09T22:00:00+00:00


«Mira, mi querido Eusebio —escribió Domingo—, la gente de la isla no va desnuda, como siempre se dice, sino que tienen vestidos que bien podríamos usar nosotros. Durante mi breve estancia en Gran Canaria vi que se cubrían con juncos entretejidos o con hojas de palmera. Aquí en La Palma usan trajes de piel de cabra y oveja, muy bien trabajados, que a menudo les llegan de la cabeza a los pies. Llaman a esos trajes tamarco, y los usan tanto hombres como mujeres. Además, las mujeres también llevan una falda de piel; pues consideran indecente exhibir los pechos y las piernas. Y he de decirte, Eusebio, que las mujeres guanches son bellísimas, las más bellas que he visto jamás... Espero que me entiendas, Eusebio. Sólo pretendo describir cómo son las personas que viven aquí, y que tantas veces nos han pintado como monstruos terribles. Hasta ahora no he descubierto en ellos nada diabólico. Son hospitalarios y se ríen mucho, aunque no sé de qué, porque no entiendo su idioma. Es cierto que adoran al demonio, pero a primera vista parecen personas decentes...

»Me gustaría describirte cómo son y cómo viven, para que puedas hacerte una mejor idea de ellos. Los niños caminan descalzos y no tienen miedo de pisar piedras filudas. Los zapatos de los adultos están hechos con pieles cosidas; los llaman xercos. Se adornan con collares de cuentas de arcilla, conchas, piedras y huesos perforados. Se sujetan el cabello con juncos en lugar de con cintas y se lo dejan caer por encima de los hombros. Una frente despejada es el principal rasgo de belleza, aunque algunos se la cubren con una cinta. Y también hay hombres que llevan el cabello corto; dicen que son nobles y frecuentan el círculo del viejo caudillo Mayantigo, a quien el general De Lugo ha nombrado príncipe.

»Sobre todo, este caudillo tiene un comportamiento muy extraño. Por lo general está sentado en silencio, meditando. Pero cuando habla con sus hombres, la conversación puede durar varias horas. Nadie sabe de qué hablan, pero no se comportan de un modo hostil. Espero que esta apreciación no resulte ser una falsa apariencia. En cualquier caso, pido a Dios que las cosas continúen así y que los otros habitantes de la isla, a los que todavía no hemos visto, se comporten del mismo modo. Lo mejor para ellos es que se rindan ante nuestro poder y se porten de un modo razonable.

»Por el pueblo pasean cabras, ovejas, cerdos y perros. Los isleños crían y comen todos estos animales, incluidos los perros. Aunque sólo comen algunos tipos de perro, creo que sólo machos castrados. Por lo demás, tienen cebada, trigo, habas y pan, así como también miel, pescado, leche, mantequilla, manteca de cerdo y fruta en abundancia. Los soldados cogen todas estas cosas sin tener que utilizar la fuerza contra sus dueños. A pesar de ello, procedemos con cautela y sin descuidarnos ni un solo instante.

»En la plaza del pueblo, donde hemos levantado una gran cruz de madera, el padre Ángel celebra la Santa Misa por la mañana y al atardecer, al aire libre.



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